Fieles a la filosofía de Ar de Arte, garantizan la procedencia gallega de sus sardinillas, partiendo siempre de un producto fresco y seleccionado. El tamaño de la sardina es esencial,  eligen la más pequeña que la ley permite pescar en las rías gallegas.

El procesado comienza con la limpieza de las sardinas utilizando agua de mar, previo a un ligero tostado que le dará ese color y textura características de Ar de Arte.

Finalmente, se evisceran, se seleccionan las mejores piezas y se empaquetan a mano una a una. El aceite de oliva culmina una presentación única en cada lata.

El diseño está basado en una obra del artista gallego Fernando Rei.